Cómo funciona David Byrne

Podría confirmar que con mayor o menor atención, y en la medida que puedo, siempre procuro seguir la trayectoria artística de David Byrne (Escocia, 1952), y lo hago desde la primera vez que oí su voz espasmódica en el hit Psycho Killer (1977) hasta su última entrega, ésta en forma de libro: Cómo funciona la música (How music works), editado en España por Reservoir Books (2015).

Para los que les gusta leer sobre música este libro es un auténtico chollo, pues con él podemos llegar a «bailar de arquitectura». La frase entrecomillada se le atribuye a Frank Zappa y la he utilizado en más de una ocasión porque viene a decirnos lo difícil que se plantea escribir de música, pues hacerlo es como «bailar de arquitectura», dando por sentado la imposibilidad de usar palabras para explicarla.

Fotografías del estudio actual de David Byrne en su casa de Nueva York. Él lo describe de esta manera: «Pulcro ¡Eh! Da vergüenza, más bien«.

Sin embargo, el libro de Byrne demuestra todo lo contrario: que es posible argumentar sobre el funcionamiento de la música con un discurso ameno, muy entretenido, documentado y realizado desde la propia experiencia. Su lectura puede gustar a sus fans y a los de Talking Heads, pero también a los que no son sus seguidores pues abarca diferentes puntos de vista sobre la música: la composición, la escritura, la estructura interna de los temas, la utilización de los instrumentos, las voces, los conciertos y los lugares en los que se realizan, la danza, la imagen, las grabaciones, la puesta en escena, los avances tecnológicos, los cambios en la percepción de los oyentes, las influencias multidireccionales, la distorsión, el silencio y un larguísimo etcétera que no deja a un lado lo que pertenece estrictamente al ámbito del negocio, o sea: el dinero que mueve la música.

Imágenes de David Byrne -todavía sin canas- capturadas de una entrevista que le hice para CANAL+ en 1992 y en la que hablamos de arte, música e imágenes.

¿Posando con David para una portada de Talking Heads? No, solo ayudándole a quitarse el micro.

Para los que conocemos la discografía de Talking Heads y la suya en solitario o en colaboraciones este libro es muy instructivo pues, además de iluminar los recovecos creativos de aquellos inolvidables discos y conciertos, confirma muchas intuiciones que teníamos sobre la complejidad de su mundo musical. David Byrne es un tipo muy listo con el que se puede hablar de todas las disciplinas artísticas, él mismo es artista plástico, fotógrafo, director de cine, escenógrafo, escritor… De hecho mantuve con él una amena conversación sobre política, historia, movimientos sociales y, por supuesto, sobre música. A Byrne, como a Terencio, nada humano le es ajeno, y esto queda bastante claro durante la lectura de Cómo funciona la música.

Extracto de un cuaderno de Byrne donde se reconoce el proceso de escritura de la canción Once in a lifetime del cuarto álbum de Talking Heads: Remain in light. Y que en un principio tenía el título de Right Start.

Creo que este LP fue la obra maestra de TH.

Conteniendo la respiración, como los buscadores de perlas, me he sumergido en las profundidades del libro para extraer algunos de los brillantes pensamientos que atesora:

«La música grabada se puede desligar de su contexto, para bien o para mal se convierte en su propio contexto».

«Cuando todo es visible y parece una simpleza, los detalles adquieren un mayor significado».

«Tal vez la diferencia entre el habla y la música no sea tan grande».

«No hay duda de que nuestro cerebro puede restringir, y a menudo lo hace, el alcance de lo que percibimos, hasta el punto de que a veces no registramos cosas que pasan justo delante de nosotros».

«Estoy de acuerdo con Glenn Gould: si el objetivo de tu actuación es la perfección, quizá lo consigas mejor editando en el estudio».

«El silencio es la rareza por la que pagamos y que saboreamos».