En medio de una planicie aparentemente sin fin, en los alrededores de Neuss, cerca de Dusseldorf, hay un enorme centro de exposiciones cuyas salas se hunden decenas de metros bajo la superficie, ocupando lo que antaño fue una base de misiles de la OTAN. La contenida arquitectura es de Tadao Ando y la idea de ponerlo en marcha, así como el dinero necesario, de los mecenas alemanes Marianne y Viktor Langen.
Este libro es un excelente cuaderno de bitácora que Nick Cave escribió durante una gira americana. De él se desprende todo tipo de sentimientos: amor, pasión, añoranza, abandono o soledad, pero también podemos asistir a la manera en que afronta la composición y escritura de sus canciones. Todo se muestra con la pureza que puede destilar un poeta como él, una destilación de la intimidad que generosamente nos da a leer a sus seguidores.
Thomas De Quincey retratado por John Watson Gordon.
La vida de los escritores abarca una gama amplia de caracteres, desde los aristocráticos, los cuales necesitan aplausos para cada palabra escrita, y los humildes, que les basta con ejercer el oficio en silencio. Pero si entre estos últimos nos encontramos a alguno que además tiene nueve bocas que alimentar, incluida la de su mujer, pues la cosa se pone realmente difícil, tal como se le puso a Thomas De Quincey a lo largo de su azarosa vida.
Suponemos que la naturaleza y el arte son dos nociones contradictorias, pero cuando ambos se encuentran el resultado puede sorprendernos. Hay muchos ejemplos de esta fusión, aunque siempre se ha considerado a Little Sparta de Ian Hamilton Finlay, en Escocia, como uno de los mejores lugares donde se ha destilado con éxito artificio y naturaleza. O Naoshima, un proyecto del editor Soichiro Fukutake, que ocupa en Japón varias islas dedicadas al arte y a la arquitectura contemporánea.
Luis Ordóñez 
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