David Lynch pintando en su taller de Los Ángeles.
«Quizá sea un error pensar que las obras plásticas son eso, obras. A lo mejor no son más que epifenómenos de la obra mayor, que es la instalación compleja y funcional -irrelevante por aleatoria, pero emblemática como documento- representada por el taller». Sergio Chejfec en Teoría del ascensor (Jekyll & Jill, 2016).
«La primera condición para un artista es saber nadar». Arthur Cravan
Hace veinticinco años, sentado en la pecera del Círculo de Bellas Artes de Madrid, llegó alguien, no recuerdo quién, se acercó a mi mesa y me dijo que el pintor Carlos Alcolea había muerto. En aquellos días el ruido de la Expo 92 y las Olimpiadas se sobreponía a cualquier noticia, a cualquier hecho por lamentable o relevante que fuera. Y la muerte de Alcolea era ambas cosas.
Motivado por la lectura del poeta Ferrer Lerín he realizado un vídeo protagonizado por él. Los planos de su persona han sido tomados por el fotógrafo Fran Ferrer y la producción es de Yolanda Ochando. Otras imágenes provienen de diversos lugares del mundo, entre ellos Jaca y Málaga. El sonido, a veces incidental, es una banda sonora compuesta de ruidos inconexos, la mayoría de ellos ambientales, capturados a la manera de R. Murray Schafer. Este vídeo está alojado en: www.youtube.com/watch?v=YIKtn_eF0AY.
Esta foto tan buena es de Pedro Gutiérrez Cruz y aun no he podido pedirle permiso para usarla.
«Es mucha la gente que recuerda cuándo y dónde coincidió una vez con Ferlosio, qué dijo, cuál fue su conducta o qué calzado llevaba, y mucha también la que añade a su relato atribuciones del carácter: áspero, arisco, huraño, austero y demás rigurosos adjetivos, lo que tal vez haya ido tejiendo el perfil de una figura que, sin embargo, no es verdaderamente la figura». Párrafo de Gonzalo Hidalgo Bayal en Alfanhuí nunca escribe deprisa, artículo publicado en el suplemento cultural de ABC el 12 de marzo de 2016.
En 1955 el británico Charles Laughton, conocido sobre todo como histriónico actor del cine en blanco y negro, dirigió su única película, La noche del cazador. Un siniestro cuento infantil, a ratos cruel y surreal, basado en la novela del mismo título escrita por Davis Grubb, cuya base argumental es la recurrente e incansable lucha entre el bien y el mal.
Luis Ordóñez 
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