Alexander Girard

Gracias al arquitecto Iago López, que me introdujo a Girard, he conocido a un prolífico artista cuya aportación al mundo de los objetos y las imágenes es inabarcable y, por fortuna, reconocida. Ya en 1929, en la Expo Universal de Barcelona, fue galardonado con una medalla de oro. Pero eso solo fue el principio de su vida profesional pues, dueño de una imaginación desbordante, su objetivo fue embellecer el mundo y lo consiguió, a las pruebas me remito.

Formado como arquitecto, Girard pronto derivó en diseñador de interiores, muebles y objetos. Colaboró con diversas empresas y hasta tuvo tiempo para dedicarse a las tipografías y los textiles, de estos últimos llegó a diseñar más de 300 patrones para Herman Miller. Aunque siempre valoró y se inspiró en la artesanía de diversos países, quizá el momento más influyente en su vida fue el encuentro con México en 1939 durante su luna de miel. A raíz de ese viaje, no dejó de visitar el país hasta que compró una casa allí y comenzó a coleccionar artesanía autóctona.

Hay que admitir que sus amigos los Eames o Eero Saarinen vivieron intensamente la gloria del éxito y la proyección social mientras Girard quedó en un segundo plano, pero de un tiempo a esta parte la industria del mobiliario y la decoración (Vitra) ha recuperado para la venta sus diseños más punteros que, además, fueron objeto de una importante exposición. Abajo puede verse el catálogo de la expo, uno de sus muñecos de madera y la decoración de la canónica Miller House de Columbus, la arquitectura es de Saarinen que le recomendó como interiorista a los dueños de la casa.

Aunque Girard se situara en las antípodas de los preceptos estéticos de la Bauhaus, fue fiel a aquel dictado de la escuela alemana que exigía una revolución total de las formas: Del tirador a la ciudad. Y efectivamente, lo diseñó todo, desde una caja de cerillas al mostrador de una tienda. Algunas intervenciones suyas pueden parecernos excesivas pero es innegable que sus diseños aportaron una fineza poco común y abrieron nuevos espacios a la modernidad. Y esas son razones de peso para ir a Santa Fe (Nuevo México) y ver el museo de su fundación donde se exhibe parte de su obra y de su colección de artesanía.