Este año no será abril el más cruel de los meses porque tras la muerte de Bowie pocos desastres nos dejarán tan vacíos. Lo admirable no es sólo su obra artística, frecuentemente imitada y nunca igualada, sino la manera en que se ha despedido del mundo, de su familia y sus seguidores («Estoy inmerso en un drama que no puede ser desvelado«). La elegancia con que ha planificado el fin de sus días debería servir de ejemplo a los que no encontramos consuelo y seguimos lamentando su desaparición.
*»Desolado y vacío el mar», Richard Wagner.
Comentarios