A principios de este otoño y bajo el título Bazlen, Ferrater, Chirbes Enrique Vila-Matas escribió en su Café Perec un breve artículo sobre los informes de lectura de los dos primeros autores, y sobre las “amonestaciones” que Chirbes dirige a las obras de sus colegas, a mi modo de ver casi siempre más éticas que formales. Especulaba el escritor barcelonés con la idea de encontrarnos ante un nuevo género literario de «libros de distinguidos autores con sus secretos informes para editoriales».
Quizá no pueda olvidar los títulos y autores a los que he llegado a través de los informes o comentarios de Bazlen, Ferrater y Chirbes. Pero, y esto es un hecho contrastado, no todos me han influido o me han propiciado una lectura tan apasionada como aquellos que conocí por Vila-Matas cuando los citaba en sus novelas (como ensayos), o en sus ensayos (como novelas).
Especialmente los que menciona en sus innumerables artículos, en las páginas de Historia abreviada de la literatura portátil y sobre todo en Bartleby y compañía, su “pequeño dinosaurio”: nunca le podré agradecer adecuadamente lo que he aprendido leyéndole, todos los momentos de felicidad lectora que me ha proporcionado. Por eso pienso que en sus libros también hace «informes de lectura» y de esa manera él mismo participa activamente en lo que denomina «una vía hacia una nueva tendencia literaria».
Ahora cambiamos de asunto, porque sin querer que parezca ofensivo y sabiendo apreciar su escritura, radicalmente aristocrática y enemiga de la «bella página», no dejo de preguntarme por qué ya no leo libros de Vila-Matas.
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