D´Annunzio

2 Sep

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                     «Uno debe hacer su propia vida como se hace una obra de arte». Gabriele D´Annunzio.

Pocos personajes han conseguido aunar lo más violento y lo más sublime como hizo D´Annunzio a lo largo de su vida (1863-1938). Esteta empedernido, poeta, militar, decorador, novelista, depredador sexual, estilista, dramaturgo, perfumista, drogadicto, pintor, aviador, arquitecto, publicista, dandi exquisito… y, en sus momentos álgidos, dictador. Para él la democracia estaba absolutamente sobrevalorada y siempre que tuvo la oportunidad actuó en consecuencia.

Comenzó a escribir prematuramente y a los dieciséis años su padre le publicó su primer libro de poemas. Su profunda formación literaria le situó en igualdad de condiciones con los clásicos a los que leyó y asimiló desde pequeño. Pero este amor por la literatura no le restó ni un ápice para admirar la técnica y la inventiva del hombre moderno. Fue un fanático de la incipiente aviación, voló miles de horas y llevó a cabo hazañas que nunca se habían realizado con anterioridad. Recomendaba a los gobiernos italianos que invirtiesen en la fabricación de aviones de guerra, también admiraba la belleza y potencia de los grandes navíos militares y coleccionaba automóviles, la casa Fiat le enviaba cada nuevo modelo que fabricaba. 

Dani y Natale Palli

D´Annunzio pilotando junto a Natale Palli. Los dos sobrevolaron Viena en plena guerra, una hazaña que les convirtió en el terror del aire. Sobrevoló Trieste cuando no era italiana para arrojar panfletos disuasorios, como también hizo en Viena, un aviso de que en lugar de papeles podría arrojar bombas, lo que estremeció al Imperio Austrohúngaro.

D´Annunzio se adelantó años a Marinetti en el reconocimiento y defensa de las nuevos inventos tecnológicos pero, al contrario que este, nunca desdeñó el arte clásico ni la inagotable riqueza cultural italiana. Impulsó la propaganda como arma política y también para apoyar la venta de sus obras literarias. Vislumbró, como nadie hasta entonces, las posibilidades de la imagen y de la prensa como plataformas para promocionar sus ideas y, sobre todo, a él mismo.

Decir que tenía un ego desmesurado es decir poco, era dueño de un yo soberano. Y no es aventurado pensar que de haberlo conocido Freud habría encontrado en él un filón inagotable. Podríamos considerarle un fascista ante litteram, él mismo diseñó las camisas negras, puso en boga el saludo romano de brazo en alto y utilizó el cuchillo al cinto de las legiones de arditi (los osados) que después hicieron suyos los fascistas. Pero la Constitución de Fiume, que él redactó cuando tomó la ciudad, fue tan libertaria, tan avanzada en derechos y adelantada a su época que, en cuanto pudo, Mussolini la anuló en su integridad. 

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Un dopado y sobrexcitado D´Annunzio arengando a los militares: «Eia, eia, eia, alalá», grito de guerra inventado por él para motivar a sus seguidores.

Dejando a un lado este histriónico furor belicista, junto con su arraigada afición a la cocaína (para levantarse) y al láudano (para dormir), hay que aceptar que como escritor es uno de los más significativos de la historia de la literatura europea. Fue artísticamente admirado por Henry James o Robert Musil y otros literatos de gran enjundia, y en el plano político totalmente repudiado por innumerables escritores, críticos, políticos e intelectuales, algunos de ellos llegaron a considerarle un auténtico payaso, cuando no un peligro objetivo para la existencia. Pero muchos coincidieron en decir que era el mejor poeta italiano desde Dante, su sobrenombre fue Il Vate (El Profeta).

Con respecto a sus libros, saboreó hasta el empacho el dulce aroma del éxito con ventas desorbitadas para la época que hicieron crecer su patrimonio, aunque era un desastroso manirroto y gran despilfarrador. Su obra literaria abarca novela, poesía, memorias (en gran parte inventadas) y obras dramáticas cuyas puestas en escena convocaban a las masas hasta abarrotar los teatros. Cuentan que tras las representaciones el público se manifestaba enardecido por las calles gritando frases oídas en el escenario. D´Annunzio se reveló con uno de los más grandes manipuladores de masas, nada que envidiar a Lenin ni a ningún dictador del siglo XX.

EL PIAZZERE

El placer, su maravillosa primera novela que siempre hay que recomendar y, de vez en cuando, releer.

Todas las casas que poseyó a lo largo de su vida confirman su horror vacui, las decoraba en exceso con reproducciones en terracota o yeso de las esculturas más bellas de la antigüedad y copias de sus pinturas predilectas. En ellas formó espléndidas bibliotecas donde los clásicos convivían con los contemporáneos más vanguardistas. Acumuló gobelinos, máscaras mortuorias, estatuas de buda, cristales de Murano, cojines adamascados, ánforas, biombos, cornucopias, cajas lacadas chinas, cajas de oro para la droga, utensilios absurdos de plata, jade, oro, marfil (adoraba la palabra criselefantina -oro y marfil-). Además de sofisticados textiles, muebles y lámparas de Fortuny, pero especialmente ropa y complementos: centenares de corbatas, trajes, abrigos, sombreros, atuendos militares que él mismo diseñaba y decenas de camisas blancas de seda encargadas a los mejores sastres franceses e italianos. Era tal su capacidad para acumular objetos extraordinarios que todas sus casas acabaron convirtiéndose en auténticas wunderkammer.

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Su última residencia la encontró en el lago de Garda, la restauró y la llamó Il Vittoriale degli Italiani. Esta imagen pertenece a uno de los cuartos de baño cuyos sanitarios azules fueron diseñados por Gio Ponti. Con el tiempo convenció a Mussolini para que declarara la mansión patrimonio del estado, de esta manera consiguió toda la financiación necesaria para ampliarla con nuevas construcciones, mantenerla y mantenerse él mismo a tutiplén. A Mussolini le convenía que permaneciera bien alejado de Roma, fuera del circuito político.

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Vista aérea del complejo de Il Vittoriale, el edificio superior alberga su tumba, en medio se distingue la mansión y en primer plano el anfiteatro.

Dani

Il Vate posando como lector decadente sobre sus inseparables cojines adamascados.

Su faceta de depredador sexual era equiparable a sus otras dedicaciones, se cuentan por miles sus experiencias de cama con actrices, artistas, aristócratas o prostitutas, y centenares de ellas las narra con todo detalle en sus obras, por lo que algunos de sus libros fueron prohibidos con determinación por la Iglesia Católica. Era un personaje tremendo, extremo, fanático, histérico y, como cocainómano contumaz se reveló como un psicópata sumamente peligroso que se hizo con millones de seguidores y enemigos en toda Italia y fuera de ella.

La Duse

Eleonora Duse, que junto a su rival Sarah Bernhardt, fue la mejor actriz de teatro de finales del XIX y principios del XX. Con D´Annunzio mantuvo una larga, intensa y tortuosa relación amorosa. La Duse protagonizó muchísimas obras de il Vate, algunas escritas especialmente para ella.

A los futuristas los ninguneaba, a los políticos prefascistas italianos los consideraba unos «enmerdados», Hitler y Goebbels le repugnaban y consideraba a la monarquía un mal necesario para la unidad de Italia, aunque más adelante aceptó ser Príncipe de Montenevoso, título que le concedió el rey. Mussolini siempre le pareció poca cosa y nunca le hizo mucho caso, pero cuando tomó el poder violentamente, le enviaba mensajes para la gobernanza del país a través de los espías que el mismo Duce introdujo en su entorno de Il Vittoriale

Aunque en sus discursos políticos copiaba las letanías católicas llevándolas al terreno de su propio verbo, llegó a decir: «Dios es un tirano y un bufón, con una corona de mentira y un gorro con cascabeles. Y me parece abominable». La revolución soviética le fascinó y, en justa correspondencia, Lenin llegó a valorarle como un verdadero revolucionario. Siempre defendió la italianidad de los territorios que van desde Trieste a la península de Istria, y toda la costa dálmata -la llamaba el otro pulmón de Italia-. Por ellos luchó a golpe de incursiones militares, mítines y cocaína, mucha cocaína, muchísima cocaína.

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Una de sus páginas de oro la escribió en Fiume cuando el 11 de septiembre de 1919 capitaneó la Santa entrata y tomó la ciudad como territorio italiano, mientras los aliados, bajo la férula de Estados Unidos, decidían el nuevo mapa europeo. Durante el dominio de D´Annunzio, Fiume fue, además de una incómoda piedra en el zapato del gobierno italiano, un paraíso anarcoide de absoluta libertad sexual, de consumo y tráfico de estupefacientes y alcohol, regido bajo el mayor libertinaje e ilustrado con pomposos desfiles militares diarios aclamados por una población enardecida y entregada a los mítines del Vate. La historia cuenta que consultaba a la población las cuestiones más patrióticas, a veces les preguntaba directamente en los mítines y en otras ocasiones a través de un referéndum. 

En Fiume, actual Rijeka (Croacia), se refugiaron militares de todo rango contra del gobierno italiano, aventureros, fascistas, comunistas y anarquistas, revolucionarios de medio pelo, traficantes de armas y drogas, admiradores políticos y literarios, prostitución de todos los niveles y géneros, aristócratas arruinados, escritores decadentes, arribistas y vitellonis de toda Europa. Allí, con más de cincuenta años y solo un ojo, D´Annunzio vivió al límite campando a sus anchas sin el más mínimo sentido común ni la preparación para administrar la ciudad, pero inventó una ilusión de democracia horizontal bastante peligrosa y fácil de redirigir gracias a su habilidad para ejercer el poder de forma velada, sinuosa y disturbante. Y por eso la tuvo a sus pies.

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Sello postal de Fiume, con la efigie de D´Annunzio, en la época que fue el Comandante de la ciudad.

Si queréis saber más sobre su intensa vida no dudéis en leer su espléndida y generosa biografía, El gran depredador, escrita por la historiadora Lucy Hughes-Hallett, como solamente los ingleses pueden escribir biografías. Después de leerla es muy difícil, por no decir imposible, generar un proceso intelectual o emocional de empatía, pero reconozco que he quedado subyugado y, a la vez, aterrorizado por este personaje único y esperemos que irrepetible.

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Buen libro, lástima de la horrible ilustración de la cubierta.

4 respuestas to “D´Annunzio”

  1. Antonio Villalobos septiembre 20, 2015 a 12:02 pm #

    Ante tan excelente exposición casi no hace falta leer la biografía. Freud hubiera necesitado varias biografías, ya sabes que la interpretación de un sueño podía durar años. Caótico y genial este hombre, pero él, porque he leido por ahí que la República de Fiume que instituyó tenía una organización político-social envidiables. Imposible no acordarse de » La República de Saló » ( en el aspecto sexual ) que ocurrió veintitantos años después ,creo. Y por último, en el » baño » ¿ Dónde se lava uno ?.

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    • luisoj septiembre 20, 2015 a 4:05 pm #

      Cuando no hay que hablar del presupuesto, del agua o de la luz…, de la limpieza de las calles o del aprovisionamiento, toda organización política utópica es envidiable, pero la realidad del día a día hizo de Fiume un caos y la gente se cansó de D´Annunzio. Coincido contigo con lo de la República de Saló geográficamente tan cercana, mientras leía esa parte de la biografía no se me iba de la cabeza, también Fiume estaba plena de perversiones en la época del arcángel. Pero creo que nosotros no habríamos soportado más de un día con tantos desfiles militares, mítines políticos y tanta droga.

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  2. kbyomayo octubre 23, 2023 a 5:04 pm #

    Excelente, Excencia

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