Bernd y Hilla Becher formaban un matrimonio de fotógrafos de Dusseldorf, él ya ha fallecido. Antes de que se casaran, en 1959, comenzaron a fotografiar los despojos de la industria pesada alemana que ya eran pura obsolescencia. Sus fotografías en blanco y negro realzaron el potencial escultórico de las construcciones industriales y la manera de hacerlas se ha convertido en un estilo que muchos han seguido después.
En 1967 expusieron por primera vez sus imágenes en galerías de arte, y Bernd alternaba el trabajo artístico con el profesorado en la Academia de Bellas Artes de Dusseldorf. A sus clases acudían alumnos que después llegarían a ser reconocidos artistas contemporáneos, como Thomas Ruff, Andreas Gursky o Candida Höfer. Gracias al trabajo de los Becher sabemos que el brutalismo de este paisaje postindustrial es en gran medida fotogénico. Por lo tanto podría decirse que sus fotografías dieron pie a una nuevo tipo de experiencia estética, además de haber llevado a cabo una especie de arqueología de la tecnología industrial de principios del siglo XX. Recuerdo que en los 80 utilizábamos imágenes de fábricas y factorías para reproducirlas en los fanzines como símbolos de la música postindustrial que oíamos entonces (SPK, DAF o Einstürzende Neubauten).
En esta entrada puede verse el aspecto actual de Landschaftspark en Duisburg, unos altos hornos propiedad de la familia Thyssen que ahora están en manos públicas funcionando como centro de actividades culturales y para la mera contemplación del pasado industrial de la ciudad. Aquí también estuvieron los Becher realizando fotografías de una frialdad paralizante, muchas de ellas podéis encontrarlas en Internet. Con toda probabilidad, y conociendo el paño, en España habrían desguazado todo el complejo y vendido como chatarra para construir algunas urbanizaciones de adosados.
Pero no nos engañemos, a la contaminante industria pesada alemana podemos darla por desaparecida, ahora se encuentra en Asia gracias a un capitalismo selectivo que desplaza los desastres medioambientales según convenga, porque una vez destruido el Rin hay que encontrar otros ríos o mares que se presten a ser contaminados más allá de Europa. O bien han decidido hacerlo, previo engaño, a través de 11 millones de coches Volkswagen distribuidos por todo el mundo. Aun así, ver con detenimiento estas imágenes supone enfrentarse a una fase de la decadencia del capitalismo industrial y a la desproporcionada escala de moles de ruinas oxidadas (no nos manchemos).
Posdata del 12 de octubre de 2015: Anteayer falleció Hilla Becher a la edad de 81 años.
“Me gusta”… que esté ahí para no olvidar, como museo del holocausto. Nuestros nuevos cementerios. Pronto, una pirámide de 5.000 millones de móviles.
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¿Te acuerdas del paisaje postindustrial y preguggenheim de la ría de Bilbao? Era lo más brutal y fotogénico que he visto nunca.
José Luis, creo que ya existe la pirámide de móviles. Y la de ordenadores obsoletos. Y coronándolas, la pirámide de niños que extraen el coltán para que volvamos a reutilizarlo.
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