Vivir requiere de un cobijo, de un lugar donde ejercer la privacidad y poder construir lo que llamamos intimidad. Cuando viajamos nos sentimos la mayor parte del tiempo desubicados y los hoteles crean esa ilusión de hogar, de espacio privado. Los arquitectos lo tienen en cuenta a la hora de proyectarlos, en Miami poseen además un valor añadido porque, en general, la mayoría de los edificios están construidos bajo el síndrome de la arquitectura de la alegría.
Esta entrada es, básicamente, un reportaje fotográfico sobre los edificios de una de las ciudades más turísticas del mundo concebida en medio de una generosa y sorprendente naturaleza que, a pesar del grado de apropiación y erosión que el hombre ha ejercido sobre ella, aún mantiene una belleza natural desbordante e inesperada. Sin embargo, el cemento es el protagonista indiscutible de todas las imágenes de esta entrada y, por tanto, de la mayor parte de la geografía del condado Miami Dade y de la península de La Florida.
La expresión arquitectura de la alegría fue utilizada por el arquitecto Morris Lapidus (1902-2001) para dar título a su autobiografía. Lapidus construyó decenas de hoteles, malls y lugares de esparcimiento en Miami Beach y otras ciudades norteamericanas. Sus maneras constructivas y los interiores de sus edificios dieron lugar al término neobarroquismo miamiense. Está considerado como el más representativo diseñador urbanístico de esta parte de la ciudad dedicada fundamentalmente al turismo y, por tanto, a la hostelería y al negocio inmobiliario. Su exuberante arquitectura nunca contó con el apoyo de la crítica, pero si de la admiración de los usuarios y habitantes ocasionales de dichos lugares. Una de las frases más repetidas por él, y que replica contundentemente al «Less is more» de van der Rohe, es «Too much is never enough», la cual nos da una idea de su excesiva actitud vital y profesional. El hecho de que Lapidus muriese a los 98 años viene a refrendar el sentido de esta desmedida frase.
En la década de los treinta del siglo pasado florecieron decenas de edificios hoteleros, convirtiéndose Miami en el más importante y bullicioso destino turístico de los EE. UU. Las estrellas de cine, los personajes más representativos de la mafia, las orquestas, cantantes, artistas, millonarios y gente corriente pasaron por aquí y se dejaron fotografiar en sus espléndidas playas. Fue una época de intenso boom inmobiliario en lo que acabó llamándose Miami Beach, un inmenso cayo arenoso situado frente a la ciudad. Hoteles, restaurantes, casinos, acuarios, museos, etc… comenzaron a poblar esta parte de Miami en el estilo art decó que tanta fama le ha dado. De hecho existe un barrio específico, famoso en el mundo entero, donde este estilo constructivo aún está presente en muchos edificios. Las leyes de conservación urbanística y respeto a la arquitectura histórica parecen haber funcionado en un país donde todo está obligado a renovarse cíclicamente.
No todo en Miami Beach es art decó o racionalismo de los 30, 40 o 50, también hay edificios de reciente factura y dudoso gusto que han crecido al lado de los genuinos. Pero siempre tienen algo en común que los salva de la barbarie estética que asola el mundo: el color blanco, la línea curva en muchos casos y un desesperado intento de parecer modernas y avanzadas. Los resultados son un tanto discutibles, abajo puede verse un par de ejemplos muy ilustrativos de este tipo de construcciones.
Aunque sólo fuera por el blanco contra esos azules ya merecería disfrutarlos.
Me gustaMe gusta
La arquitectura de Miami es más amable y alegre que la de, por ejemplo, Hong Kong, Manhattan o Chicago, aunque en las dos últimas ciudades sea más apabullante, más canónica, más clásica y ¿mejor?
En la Costa del Sol y en algunos lugares de la Costa Brava existe una arquitectura, denominada del relax, que en cierta medida se une a la de Lapidus en Miami. Hablé de la malagueña en un post titulado El estilo del relax. Mirando las fotos con atención puede deducirse que ambas arquitecturas hablan de los mismo: alegría, relax, tiempo libre, playa, vegetación… perfumado con unas gotas de estilo internacional.
Me gustaMe gusta
Sorprendente y bonito Miami, este no es el que nos suelen enseñar. Gracias por los conocimientos que nos aportas Luis, y por esta forma de poder comunicarse. Lapidus me ha gustado, el Bar distribuido en circulo para una comunicación total entre la gente, participativo y nada que ocultar, el Hotel Fontinebleau efectivamente es bastante diferente a lo que hace Mies Van de Rohe , este es austeridad total,lineas rectas, mientras que Lapidus es verdad que es algo Barroco : movimiento ( el Hotel es una ola ) ,convexidades y unidad aunque no está jerarquizado ni es nada tectónico , al contrario es ya arquitectura siglo XX : juego con las leyes de la Física y trabajo con piezas ( módulos ), El resto Art Decó me encanta y me acuerdo del «Malaga Cinema». Sorprendente el falo estriado y en plena descarga, y en fin : nada de las estridencias que siempren nos enseñan de Miami.
Me gustaMe gusta
Welcome to miamism, Antonio.
Me gustaMe gusta
Cada vez que voy a Miami tengo la misma extraña sensación. Sus edificios desprenden un «je ne sais quoi» de blanco y dulzón merengue que, tras el empalago y mezclado con la luz solar, te deja el regusto de algo inimitable: un mundo fuera del mundo, un ensueño que mezcla vulgaridad y hechizo.
Me gustaMe gusta
«Vulgaridad y hechizo»: Ça.
Me gustaMe gusta
Muy buena entrada! Siempre es oportuno reivindicar arquitecturas alegres. Lapidus es un buen ejemplo de esa actitud dentro de la arquitectura más comercial/corporativa pero yo siempre he sentido debilidad por la escala más doméstica y, en concreto, por los caprichos de Andrew Geller (http://bailarsobrearquitectura.com/2012/05/07/i-love-my-house-arquitecturas-felices/).
Saludos y enhorabuena por el blog!
Iago
Me gustaMe gusta
Muy alegre y caprichoso Geller y, sin embargo, tan diferente a Lapidus.
Me gustaMe gusta